¿Qué pasó con aquella moción, aprobada por unanimidad en Pleno, sobre la mejora de los juzgados de Pozuelo?
(04-09-14) El Campus de la Justicia de la Comunidad de Madrid, uno de los grandes proyectos de la entonces presidenta señora Esperanza Aguirre, ha sido abandonado por el Presidente señor Ignacio González, aunque ha anunciado un nuevo proyecto más racional. Normal. Aquello era algo caprichoso y caro. Un ‘contradios’ que apenas tenía sentido estando la Administración de Justicia necesitada de recursos mínimos. La cosa venía de 2004.
Pero esta noticia me ha servido de percha para recordar, precisamente, la vergonzosa situación en la que se encuentran los juzgados de Pozuelo de Alarcón, el pueblo-padre de la Calidad de Vida.
Haré un poco de historia. En diciembre de 2007, la Comunidad de Madrid anunciaba la creación de un Palacio de Justicia en Pozuelo en una parcela de más de 8.000 metros cuadrados, cedida por el Ayuntamiento, y que invertiría en el proyecto más de 7 millones de euros. La parcela estaba situada entre el Paseo de la Casa de Campo s/n y calles Plasencia, Extremadura y Camino de Húmera. Iba a ser una joya a la altura del prestigio de Pozuelo.
El nuevo edificio con capacidad para seis juzgados, y posibilidad de ampliarlo hasta doce, iba a estar listo en el año 2010. Era algo fastuoso. Iba a constar de tres alturas y albergaría, además, salas de vistas, registro civil, sala de bodas, clínica médico forense, fiscalía, servicio de orientación jurídica gratuita y de atención a víctimas de delitos violentos y al ciudadano. La pera limonera.
Pero aquel proyecto, como el del Campus de la Justicia de la señora Aguirre, voló. A día de hoy, hay cuatro Juzgados de Pozuelo de Alarcón y sus dependencias están distribuidas en dos edificios separados del Complejo Atica y, alucina, comparten zonas comunes con empresas privadas, ajenas a la justicia. Cualquier parecido con lo que debería ser un juzgado es pura coincidencia. Y lo sé por experiencia propia.
El 3 de marzo de este año 2014, el Grupo Municipal de UPyD, en voz de la concejala señora Victoria Caturla, presentó una moción en el Pleno del Ayuntamiento para reclamar una mejora sustancial en la situación de los Juzgados de Pozuelo y su traslado a otro edificio diseñado para albergar la sede de esta administración de Justicia. Se aprobó por unanimidad. La señora Caturla, inocentemente, esperaba que aquella propuesta de UPyD sirviese para desbloquear, de una vez por todas, la actual situación de dejadez de la administración comunitaria. Pero naranjas de la china.
El asunto es competencia del Gobierno de la Comunidad y da la sensación que el señor Salvador Victoria, Consejero de Presidencia, Justicia y Portavoz del Gobierno, tiene otras preferencias. Normal también. En Pozuelo de Alarcón, el señor Victoria juega en casa. Qué espere. Tranquilidad. Pozuelo no tiene de qué quejarse. Lo tiene todo.
Como es natural, y aprovechando la noticia del abandono del Campus de la Justicia de Valdebebas, no tengo más remedio que hacer varias preguntas tontas y alguna menos tonta:
¿Tiene la Comunidad de Madrid conciencia de la situación en la que se encuentran los Juzgados en Pozuelo? ¿Los ha visto el Consejero Victoria o se lo han contado? Es que no es lo mismo. Cuando se le cuenta una vergüenza a una autoridad se le suele dulcificar.
¿Qué ha hecho el Gobierno de la señora Paloma Adrados con aquella moción que se aprobó en el Pleno del Ayuntamiento? ¿Ha iniciado algún tipo de gestión con la Consejería del señor Salvador Victoria o ha colocado como, en otras ocasiones, el resultado de la moción en “Mociones a resolver con el tiempo”?
A veces, da la sensación de que el Gobierno de Pozuelo tiene una mesa en cuyos extremos están los apartados “Mociones a resolver con el tiempo” y “Mociones resueltas con el tiempo”.
Y no sigo haciendo preguntas sobre los Juzgados de Pozuelo porque el médico me ha prohibido la desazón.
Espero, al menos, que, en los programas electorales, aparezca como medida prioritaria la consecución de una sede digna para los Juzgados de Pozuelo. No se puede consentir tanta dejadez.