Lo exige la dignidad de ser concejal de Pozuelo: Pablo G. Perpinyà debería acudir al Pleno, pedir disculpas por participar en una pelea tabernaria y presentar su dimisión
El pasado 31 de agosto, uno de los colaboradores de El Correo de Pozuelo (La Piraña del Meaques) preguntaba si el concejal Pablo G. Perpinyà había estado implicado en una pelea en un bar de Islantilla a mediados de agosto. El rumor era Vox Populi en Pozuelo. Era tan fuerte que otro colaborador (Un americano en Pozuelo), ese mismo día, comentaba que un miembro de Somos Pozuelo le había roto las narices a una persona en defensa de su revolución política. Y, dos días después, este mismo colaborador denunciaba que Somos Pozuelo daba la callada por respuesta a un presunto incidente que involucraba a su portavoz y le parecía raro que el PP no preguntase por él.
A partir de ese momento, omertá. Silencio de todo el mundo. Nadie se molestó en preguntar en público si era o no verdad la pregunta o qué había pasado. Aquí, en Pozuelo, nunca nadie pregunta nada. Es una vieja costumbre.
El Correo de Pozuelo, en cambio, siguió investigando y comprobó que sí había habido esa pelea en la mencionada población onubense y que alguno de sus participantes había salido magullado. Pero nadie quería, de entrada, denunciar nada entre el miedo y la vergüenza. A mí no me parecía bien ese silencio pero respetaba su discreción e intimidad. A fin de cuenta eran ciudadanos privados y, por lo tanto, dueños de su libertad. Habían denunciado los hechos pero después habían retirado la denuncia. No querían problemas.
Lo que no entendía era por qué aquí, en Pozuelo, nuestra clase política siguiese manteniendo un silencio sepulcral. Los que se habían peleado, por un lado, eran civiles anónimos y no había que entrar en el tema. Pero, por el otro lado, implicada en esa pelea había una persona pública que era nada menos que concejal de Pozuelo.
Pasado el tiempo, supimos que el mismo 31 de Agosto, Pablo Gómez Perpinyà había reconocido los hechos a algunos concejales de Pozuelo de Alarcón y a la propia alcaldesa Quislant y les había contado su intervención en el suceso. Suponemos que para justificar lo injustificable. Es igual. No es de recibo ni tiene justificación alguna una pelea tabernaria de un concejal de Pozuelo, pero a los concejales a los que se lo contó no dijeron nada. Aquí nunca pasa nada.
El caso es que esa confesión, como no podía ser de otra manera, ya que es muy difícil no ser comentada en ‘petit comité’, nos ha llegado no hace mucho y hemos comprobado el reconocimiento de los hechos por varias fuentes.
La versiones que nos había dado la otra parte de la pelea y la que Perpinyà ha contado a los concejales no se corresponden. Son exactamente contrarias. Pero en este periódico no somos jueces para intentar saber dónde está la verdad. No sé si unos eran nazis o los otros gritaron Gora ETA. Nos da igual. A este diario y a mí, personalmente, lo que nos interesa es la calidad política de Pozuelo y la dignidad de sus representantes. De todos sus representantes. Porque los concejales deben recordar que todos representan a todos los vecinos de Pozuelo. Una vez que fueron elegidos dejaron de ser de uno u otro partido aunque cada uno defienda sus ideas e iniciativas en la gestión política diaria.
Y no está bien que un concejal de Pozuelo de Alarcón intervenga en riñas tabernarias. Su dignidad como concejal ha quedado por los suelos y, por lo tanto, la de todos los pozueleros. Y esto es así aunque Pablo Gómez Perpinyà hubiese intervenido en su propia defensa. Dos no riñen si uno no quiere y un concejal de Pozuelo debe mantenerse al margen de esas acciones que manchan su decoro. Y si lo hace, debe asumir su error dimitiendo.
Por supuesto, una riña no tendría estas consecuencias políticas si Pablo, simplemente, fuese un civil. No hubiera estado bien, pero hubiese sido un hecho privado. Pero ha sido hecho público por la intervención de una persona pública.
Así que, mañana, en el primer Pleno del Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón y delante de todos los representantes políticos del pueblo y, por lo tanto de todos los ciudadanos, la dignidad de ser concejal de Pozuelo exige que Pablo Gómez Perpinyà pida disculpas a todos por haber intervenido en una pelea impropia y presente su dimisión.
Y no sólo lo exige la dignidad que representa sino la coherencia con los principios regeneradores de la política que defiende.
El Capitán Possuelo
Me parece capitán que te estás pasando en tus críticas. Sin pruebas estos titulares son un poco amarillistas y dejan en mal lugar a este medio
Muchas gracias por su colaboración. Saludos
Buenas tardes,
Desde que se publicó en este diario esos rumores, he estado esperando una nota desmintiendo o aclarando lo sucedido. Y lejos de recibirla, he leído en foros de Facebook que se trataba de calumnias, de mentiras, de “no hay que creerse todo lo que se escribe”…Entonces pensé y por qué no denuncian. Pero nada, a desprestigiar. Silencio, y silencio (de tapadillo) de todos los concejales (gobierno incluido).
Hoy vuelvo a leer sobre esto y ya no me cabe duda. Nuestros representantes no pueden tirar la piedra y esconder la mano. Es una falta de respeto a los votantes y cuando se tiene un cargo público hay responsabilidades que hay que asumir. Sinceramente no creo que haya ni dimisión, ni disculpas ni nada. Pero los pozueleros vamos tomando nota.
Gracias por su información.
Muchas gracias por su colaboración. Saludos
No lo esperes,
No pedirá disculpas ni nada parecido.
Son sus formas “democráticas”.
Muchas gracias por su colaboración. Saludos
Vaya periodismo! Explicaciones de qué? Las explicaciones las tiene que dar quien publica algo así, no cree? Me huele a operación política antipodemos y ya cansa. No me creo ni media de lo que publica usted aquí
Muchas gracias por su colaboración. Saludos